13 Enero

Marcos 2, 1-12

~ Hijo, tus pecados te son perdonados ~

Jesús actúa como Dios; no como un intérprete, sino como Señor. La escena del paralítico que introducen sus amigos desde el techo hasta ponerlo ante sus pies, nos confirma que el reino de Cristo es universal, que cuantos creen en Él, pueden ser salvados.

Los portadores del paralítico, representan la humanidad, que anhela la salvación; y el paralítico, representa el deterioro de la persona individual, incapaz de valerse por sí mismo, alguien que va destinado a la muerte.

Pero Jesús, una vez que tiene al paralítico enfrente, le descubre que lo más urgente en su vida, no es su parálisis, sino algo más importante, su relación con Dios, su salvación. El paralítico debió temblar cuando en lugar de curación, lo primero que escucha de Jesús es: “hijo tus pecados te son perdonados”.

Jesús vio la fe de los cinco, y la de quienes los acompañan en aquel reducido espacio. No actuó como Dios solo para enseñar, sino por amor, por misericordia. Y lo hizo, además, porque la fe o adhesión a Él y a su mensaje, a más de cancelar el pasado de injusticia, da nueva vida al creyente, la vida del Espíritu.

Los letrados, aparte de ver superada su doctrina teológica, habrán experimentado la plenitud del Espíritu en Jesús.

Nosotros hoy, podemos necesitar algo más que la curación de nuestras parálisis; y también podemos, a semejanza de Jesús, actuar como Dios, liberar personas, no por pretensiones sino por amor, por misericordia.

Oración:

Señor Jesús, que pueda ver las necesidades más profundas de mis prójimos. Que sea sensible al sufrimiento humano. Que mi fe me lleve a encontrarte aunque tenga que abrir los techos y cargar enfermos.

Permite que mi familia, siempre sienta necesidad de ti; que juntos busquemos actuar como Tú. Amén.

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