Domingo 7 Julio

Lucas 10, 1-12. 17-20

~ Pero no se alegren de que los espíritus se les sometan; alégrense de que sus nombres se estén escribiendo en los cielos ~

Parece repetitivo decir que nosotros estamos de paso por este mundo. Que somos extranjeros y peregrinos mientras pasamos la vida. Pero es necesario insistir, ahora asumiendo nuestra identidad en Cristo, como ciudadanos del reino de Dios que ya ha iniciado aquí en nuestra historia y se completará en la vida eterna.

En el mundo del control de información. El mundo de la tarjeta: curp / elector / creditcard / códigos de barras. En el mundo de los microprocesadores y los registros oficiales de retina / huellas dactilares y de palma / ADN etc., nos conviene ir adquiriendo también una nueva tarjeta, la carta de ciudadanía en Dios.

Cuando un ciudadano del reino se presenta en cualquier lugar, ha de imprimir, con el sello de su conducta, su identidad más profunda. Su identidad en Jesús. Un discípulo enviado con categorías diferentes a las que dominan en el mundo: “como corderos en medio de lobos, sin las provisiones mínimas para un viajero”. Porque el ciudadano del reino tiene quien responda por él: la comunidad que lo recibe y la providencia de quien lo envía.

El ciudadano del reino se ha de alegrar de que por vivir así el seguimiento de Cristo, por anunciar que “el Reino está cerca”, su nombre se esté escribiendo en el cielo.

Oración:

Señor Jesús, que yo sea un portador de paz, un ciudadano del Reino. Que viva sin seguridades como el dinero, el morral o las sandalias, porque el poder es más un obstáculo que una ayuda para la misión. Que pueda entrar en las casas de mis hermanos, en la calidez de nuestras relaciones; que hablemos de nuestra condición de vida, en la cercanía que tú quieres con ellos.

Haz posible que junto con mi familia, venzamos demonios, ideologías y falsos conceptos de ti y de tu Padre. Que aprendamos a depender de los demás con humildad, para vivir la paciencia, y ver el mundo desde la mirada de ellos. Que nos impliquemos en la cultura como portadores de paz, como ciudadanos del Reino. Amén.

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