Lunes 20 Junio
Mateo 7,1-5
~ Saca primero la viga de tu ojo, y entonces podrás ver
para sacar la astilla del ojo de tu hermano ~
A partir de este evangelio, podemos entender los criterios de una vida comunitaria; ya sea familiar o social. Nuestro gran defecto puede ser la falta de amor —la imagen de la viga— ¿Cuántas veces hemos roto relaciones con alguien, porque tiene cualquier defecto, a veces igual que el nuestro? Se deduce que cuando rompemos con un hermano, por algo tan simple, rompemos también con Dios.
Vivir en la amistad con Dios, debería llevarnos a no condenar a los demás. Es probable que los discípulos de Jesús necesitaran esta advertencia, ante el peligro de creerse superiores y apartarse de los demás. Igual nosotros, parece que con frecuencia, nos erigimos como una élite y se nos hace fácil condenar a los demás.
Podemos encontrar muchas razones para no condenar a nadie. Veamos aquí las siguientes:
-Solo a Dios compete juzgar, porque sólo él conoce el corazón de cada uno de nosotros. Si juzgamos, es porque somos irresponsables. Y de ser así, estaríamos peor que aquellos a quienes hemos condenado.
-La medida con que tazamos a los demás, se usará contra nosotros. No porque Dios tome revancha, sino porque nosotros mismos nos hemos tazado en la consecución de las condenas y hemos excluido la medida misericordiosa de Dios.
-Porque todos somos imperfectos, y es probable que nosotros lo seamos más que aquellos a quienes juzgamos.
La actitud de juzgar nos viene de falta de amor, y aparece debido a nuestra ceguera. Con una viga atravesada en el ojo (la falta de amor y de misericordia), jamás podremos ver con buenos ojos a nadie.
Parece que hoy, tenemos el vicio de juzgar. Es probable que la mayor parte de las veces, lo hagamos por inseguros, porque nos sentimos pequeños e insignificantes, o simplemente para justificar nuestros propios errores. Si además de eso descubrimos que juzgamos por falta de amor… entonces, tenemos mucho trabajo espiritual por delante. Nos conviene sacar la viga, y ver con claridad.
Veamos con buenos ojos…, dejemos que Dios haga su parte.
Oración:
Señor Jesús, gracias por invitarme a mirar con justicia de amor, con misericordia. Me arrepiento de tantos juicios temerarios y condenatorios que he realizados en contra de mis hermanos. Me duele entender hoy que juzgando así, los condené; y lo más importante: que cuando yo juzgaba, en realidad era a mí a quien condenaba. Me falta tu amor de misericordia, dámelo Señor, y ayúdame en un extremo de mi viga para removerla de mi corazón.
Permite que en nuestro hogar, aprendamos a retener y excluir los juicios contra nadie y que aprendamos a leer el corazón de nuestros hermanos, con amor de misericordia. Amén.