Miércoles 23 Septiembre
Lucas 9, 1-6
~ Y les dio autoridad y poder sobre todos los demonios ~
El envío de los doce nos muestra que con la misma fuerza que Jesús ha curado (5,17; 6,19; 8,46), está dotando a sus discípulos. Es la fuerza y autoridad del Espíritu. Asimismo, entendemos que los capacita no solo para proclamar sino, además, para curar. Y curar, al mismo tiempo que predicar, supone que el Reino no es apenas un trabajo espiritual; en efecto, se completa procurando la salud física, para renovar al hombre en cuerpo y alma.
Con las instrucciones que Jesús les da para la misión, delinea el perfil de sus discípulos y de cuantos, a través del tiempo, nos integramos a su proyecto. Se trata de la gratuidad y la libertad del mensaje y del servicio: el bastón, que se utilizaba como arma defensiva, es impropio del discípulo; la preocupación por el sustento distrae de lo esencial; las dos túnicas son propias de gente acomodada, y los discípulos viven itinerantes, desinstalados; quedarse en una sola casa, sin pretender otra mejor, no ser exigentes respecto de las comodidades.
Si nos fijamos bien, las categorías del envío no son exclusivas de un consagrado. El envío y la misión son recibidos por igual por laicos y consagrados. Esta es otra grandeza de las categorías del Reino. En lenguaje contemporáneo, decimos que la Iglesia existe para evangelizar, y esta acción constituye su dicha y vocación propia, su identidad más profunda. (Cfr. E.N. 14). De ahí que evangelizar sea misión de todo cristiano, y no monopolio de misioneros y consagrados.
Podemos preguntarnos cuáles son nuestras capacidades para la misión. Las recibimos desde el día de nuestro bautismo y confirmación. Son dones que lucen más si los desarrollamos libres de apegos y de manera humana, sensible y creativa.
¿Cómo es mi autoridad y poder para la misión?
Oración:
Señor Jesús, el poder de tu Espíritu me llena, me hace superar algunos temores e inconsistencias que arrastro desde hace tiempo. Déjame experimentar la presencia clara de tu mandato. Que me descubra sin otra seguridad que tu mismo proyecto realizado.
Permite que junto con los míos, desde casa y en nuestros ambientes de trabajo, seamos libres para anunciarte, y alegres de servir a cuantos podamos sanar del cuerpo y del alma. Amén.