Jueves 3 Febrero

Marcos 6, 7-13

~ Envió a sus discípulos de dos en dos ~

 

Al meditar este texto del envío de los discípulos, lo primero que encontramos es que Jesús comparte su misión con ellos. Él los involucra en su acción a modo pedagógico, para que entiendan su responsabilidad futura.

 

Jesús no es un rabí con una cátedra fija, en algún pueblo. Más bien es un maestro de vida y un profeta itinerante con autoridad y poder. Esta misma identidad y capacidades, las transfiere a sus discípulos.

 

Al centro, encontramos la identidad apostólica de base. Esta identidad que hoy nos hace tanta falta, especialmente a los sacerdotes: la pobreza para proceder en todo con libertad; conducirse sin apegos a ningún lugar, para estar disponibles y entregados al servicio del evangelio.

 

Se requiere de esta disciplina, para enfrentar los espíritus inmundos y el fanatismo de las ideologías. Si no han de llevar dinero, ni dos túnicas, es porque deben confiar en las personas, no en la estabilidad material.

 

Para quienes entendamos bien este evangelio, igual laicos que sacerdotes, aparece ante nuestro horizonte de fe, esta dignidad de sabernos enviados. Jesús nos envía en medio de nuestros ambientes, así, en la simplicidad de nuestras personas, con lo único que llevamos dentro, nuestro testimonio del amor de Cristo.

 

Es así como opera la misión: detrás del envío está el amor con el que somos enviados. El amor de Dios, que quiere hacer sentir a los más necesitados, aquellos por quien nadie se toma cuidado. Pero este horizonte de misión, solo aparece claro, cuando nos desinstalamos y aceptamos ir tal cual, sin adheridos, más que el Espíritu de Dios que nos mueve a anunciar a Jesús y su reino.

 

¿Qué tan instalado soy? ¿Qué ideologías esconden mi experiencia de Dios?

 

Oración:

Señor Jesús, qué bien se siente no depender de seguridades materiales; se me antoja no preocuparme tanto por mi estabilidad personal y familiar. Ayúdame a encontrar el punto de equilibrio, frente a la responsabilidad de mi familia, que me demanda afincarme en seguridades para ellos, y frente al llamado que me haces a ser libre, a ser enviado, en las categorías de tu reino.

Permite que con mi familia, superemos la flojera de nuestro confort y probemos la libertad de desinstalarnos de aquello que nos limita para el reino. Que confiemos en las personas antes que en el dinero. Amén.

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