Contágianos De Tu Alegría…
Sábado 3 Octubre
Lucas 10, 17-24
~ En aquel tiempo, regresaron los 72 llenos de alegría ~
Esta vez, los setenta y dos enviados de Jesús han regresado con éxito. Experimentan la alegría de la misión. Los entusiasma, sobre todo, haber vencido las ideologías fanáticas que cerraban la puerta al mensaje ––la expulsión de demonios––.
Las serpientes y escorpiones que no podrán dañarlos representan las fuerzas del mal (cf. Sal 91,13; Dt 8,15); más allá de un daño físico, entendemos que esas fuerzas no harán ceder a los enviados ante sus ataques.
Si nos fijamos bien en el texto evangélico, no solo los discípulos se alegran, también Jesús. Es la primera vez que los suyos actúan, a través del Espíritu, la liberación de los oprimidos. Esto no lo entienden los intelectuales de la religión, pero sí el pueblo sencillo que, además de notar el cambio en la vida de muchas personas, experimenta a Dios. Y es que los sabios y entendidos (Is 29,14) están ocupados en sus mezquinos intereses y, por lo mismo, inutilizan su propia ciencia y más aún la de Dios.
Jesús se alegra de ser revelador del Padre, de abrir el acceso de cuantos reciban el mensaje a Dios mismo. La alegría nace de cumplir la voluntad del Padre Dios; y, en segundo lugar, de que el conocimiento de esta voluntad y de la persona misma de Dios esté tan al alcance de todos, con ventaja de los más pequeños y sencillos.
Nosotros aprendemos hoy que la revelación divina no sucede según nuestra lógica terrena, en la que son los hombres cultos y potentes quienes detentan los conocimientos importantes. Dios tiene otros caminos y destinatarios para su comunicación: los pequeños.
Oración:
Señor Jesús, deseo experimentar la alegría de tus discípulos, pero sobre todo la tuya. La más grande sabiduría a mano de cuantos se atrevieron a recibirte. Enséñame a ver con los ojos del corazón, que yo también sea pequeño, que sea capaz de ver al descubierto la manera en que tu misión acontece. Déjame contemplar, aunque sea un poco, la acción de tu Espíritu en mis compañeros de trabajo, de vida y de familia.
Permite que junto con los míos vivamos en una alegría continua, ya sea de ver cómo se someten los nuevos demonios de nuestra sociedad, o de experimentar la voluntad de tu Padre y contagiarnos de tu alegría. Amén.