Jueves 7 Mayo
Juan 13, 16-20
~ En verdad, en verdad les digo:
no es más el siervo que su amo,
ni el enviado más que el que le envía ~
Cualquiera puede llegar hasta Dios Padre; solo necesita acoger a Jesús, y hacer vida esta enseñanza: no es más el siervo que su amo, ni el enviado más que el que lo envía. Y es que así como Jesús es enviado del Padre, nosotros somos enviados de Jesús. Esta bella comunicación de vida, puede llegarse hasta la intimidad de Dios mismo.
El texto que hemos leído, pertenece al discurso de la última Cena; justo después de que Jesús lleva al colmo los gestos fraternales de servicio que propone a los discípulos: lavarse los pies como Él lo ha hecho. Implica derrumbar toda relación jerárquica y favorecer la relación de igualdad, servicio y amor. No se trata de una estrategia de Jesús, sino de la mejor propuesta para entender cómo es Dios.
Si lo pensamos bien, siguiendo a Jesús en este texto, descubriremos que Dios no es el totalmente otro y lejano, sino igual que Jesús-Dios: sino cercano, que ama y que comparte nuestras dificultades. Es un Dios que da la vida porque nos ama hasta el extremo.
En el anuncio de su entrega: se los digo ahora, antes de que suceda, reconocemos que es Dios “Yo Soy”. Jesús nos muestra su identidad, no como una presunción sino para afirmar nuestra fe; si Él que es Dios, actúa con amor fraterno, nosotros con mayor razón, nos decidimos a seguir su propuesta de servicio y de amor a los demás. No tenemos algo más importante que trasmitir, que este mensaje. Y así como Él es enviado del Padre, nosotros completaremos la misión y el misterio de Jesús siendo enviados por Él.
¿Cuándo somos más? Seamos dichosos, esta es la bienaventuranza del Evangelio de hoy.
Oración:
Señor Jesús, descubro que no soy más que nadie y mucho menos que Tú. Perdona mi soberbia y mi pretensión. Ayúdame a servir a mis semejantes. Que me emocione saber que sirviendo transmito tu amor y el de tu Padre.
Permite que en mi hogar, todos seamos humildes, atentos a nuestra relación sana y estable con los más pobres o desposeídos, los marginados y excluidos del mundo. Que al final de cada día, digamos solo somos siervos y no señores. Amén.