Domingo 15 Noviembre
Mateo 25, 14-30
~ Porque a todo el que tiene, se le dará y le sobrará;
pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará ~
No podemos vivir la vida como si Jesús no fuera a regresar. Tarde o temprano habremos de entregar cuentas de lo que hemos recibido de Dios y de nuestra conducta frente a los semejantes.
El amo de casa que pide cuentas a sus servidores, como leímos en este Evangelio, se complace con los dos primeros, pero se desilusiona con el tercero. Este último se comportó como si su amo no fuera a regresar, como si no hubiera un día en que se le pedirían cuentas de sus talentos y de sus acciones.
Aprendamos, a través de esta parábola, lo mismo que Jesús quiso enseñar a sus discípulos: a hacer buen uso de nuestros dones materiales y espirituales. Cada talento personal tiene un punto de llegada, el bien común. Ese es el ejercicio que realizaron los primeros dos sirvientes.
Si lo pensamos bien, es probable que en ciertas ocasiones, cualquiera de nosotros se haya comportado como el tercer sirviente: por miedo, por flojera o por incredulidad o falta de esperanza, sepultamos la riqueza que Dios nos dio. ¿Cuántas veces nos hemos saboteado a nosotros mismos? ¿Cuándo he sido consciente de que tenía algún don y, por miedo o cualquier otro condicionante, preferí sepultarlo? No podemos renunciar a usar nuestros dones: sería tanto como traicionar el fin de nuestra propia existencia.
Oración:
Señor Jesús, gracias por los dones que me has dado, de manera especial el de la caridad. No permitas que me traicione a mí mismo dándoles mal uso a tus dones y olvidándome de que los he recibido para hacer el bien a los demás. Ayúdame a vencer el miedo, a que me arriesgue hoy y siempre, mientras pasa la vida; a invertir y multiplicar mis riquezas, para que cuando vengas por mí, en lugar de desilusionarte, te complazca y pueda amar como tú amas.
Haz posible que junto con los míos, en casa, vivamos de estos dones y tengamos siempre para dar y regalar. Amén.