Martes 27 Octubre

Lucas 13, 18-21

 

~ Y las aves del cielo anidaron en sus ramas…

y la levadura… fermentó todo ~

 

Es necesario esperar al reino de los cielos. Lleva un tiempo propicio de desarrollo. Sucede oculto a nuestra mirada: como una semilla que germina cobijada por la tierra; o la levadura que no se nota en la masa, pero que al final acaba fermentando todo.

Además, el reino de los cielos crece desde la pequeñez de sus principios, que son comparables con la semilla del árbol de mostaza.

Pero la realidad del reino de los cielos se convierte en el reinado de Dios cuando los que pertenecemos a Jesús, desde nuestro bautismo, alcanzamos la conciencia de ser semilla de mostaza. Y en este sentido procuramos crecer tanto, como para que muchos vengan a anidar en nuestras ramas. O aceptamos el compromiso de vivir como hijos de Dios y como hermanos, para fermentar a la humanidad, llevándola a vivir la solidaridad, la paz y la esperanza.

Es probable que muchos nos impacientemos, y otros incluso claudiquen en el crecimiento del reino, sobre todo cuando no vemos frutos palpables de su desarrollo. Nos esforzamos por construir una sociedad más justa y humana a través de los valores del reino, y parece que no tenemos ningún avance. Esta impresión nos viene de nuestra afición natural al éxito rápido en las empresas que iniciamos. Desbordamos esta impaciencia por todos lados: en nuestro trabajo, en la familia y en la comunidad, más que promover la fe y la esperanza en el desarrollo de las realidades del reino.

Hay que saber esperar y esforzarnos en ver los avances del reinado de Dios, por mínimos que parezcan. Es cierto que frente al agobio de muchos nuevos problemas que nos presenta la vida día a día, el crecimiento del Reino y el triunfo del bien sobre el mal nos parecen lentos o nulos; al grado de desistir en el camino del Reinado de Dios. Sin embargo, es necesario insistir cada día, y confiar en nuestra pequeña semilla o en nuestra levadura: en el momento que menos lo pensemos, estaremos sirviendo con nuestras ramas o con nuestro fermento.

¿Cuánto esperas? ¿Cuánto sirves?

 

Oración:

Señor Jesús, apenas si descubro qué clase de semilla sembraste en mí desde el bautismo. Al escuchar tu Palabra, me imagino que la semilla que cada cristiano tiene lleva un código de carisma. Ayúdame a saber con qué valores personales puedo ser un miembro activo de tu reinado. Que goce de ser generoso en mi sombra y en mi fermento, que me alegre de servir y generar unidad en mi ámbito laboral y familiar; que en la comunidad social vea yo reflejada la imagen de tu reino, más que el duro rostro de las ideologías.

Permite que junto con los míos, en mi hogar, encontremos pronto la manera de crecer y madurar como miembros de tu reinado. Amén.

 

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