Domingo 3 Diciembre
Marcos 13, 33-37
En las horas de la noche, cuando somos más vulnerables, las horas de la duda de fe, del activismo, de la no claridad y de las crisis, podríamos dejar de ser fieles a Dios y a nuestros hermanos.
La parábola de Jesús que se refiere a un hombre que se va de viaje y encomienda a cada uno lo que tiene que hacer, especialmente al portero, puede reordenar nuestra actitud frente a la vida y a la vida futura.
De manera cotidiana, en la fe entendemos que a cada día de nuestra existencia le viene bien una visión trascendente y, por lo tanto, la conciencia de estar viviendo un tiempo de preparación y de espera, en tanto llegamos a Dios.
Custodiar la relación que llevamos con Dios, cuidar nuestra fidelidad a Él, es importante en nuestra preparación de Adviento; especialmente cuando vivimos en un mundo acostumbrado a las infidelidades, a vivir sin rumbo y sin compromisos por la persona humana.
Nosotros queremos custodiar nuestra fidelidad, ser como ese portero para quien su vida y su trabajo tienen sentido solo en relación con su señor, que puede llegar a cualquier hora de la noche, en el momento menos esperado o menos claro.