Lunes 4° Pascua. Juan 10, 1-10.
~ “En verdad, en verdad les digo: el que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que escala por otro lado, ése es un ladrón y un salteador; pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. A éste le abre el portero, y las ovejas escuchan su voz; y a sus ovejas las llama una por una y las saca fuera. Cuando ha sacado todas las suyas, va delante de ellas, y las ovejas le siguen, porque conocen su voz. Pero no seguirán a un extraño, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños”. Jesús les dijo esta parábola, pero ellos no comprendieron lo que les hablaba. Entonces Jesús les dijo de nuevo: “En verdad, en verdad les digo: yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido delante de mí son ladrones y salteadores; pero las ovejas no les escucharon. Yo soy la puerta; si uno entra por mí, estará a salvo; entrará y saldrá y encontrará pasto. El ladrón no viene más que a robar, matar y destruir. Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia”. ~
En este pasaje del Evangelio de san Juan encontramos los rasgos más claros de la relación entre Cristo pastor y su rebaño; tal como debería ser la relación de los pastores propios con su pueblo. Se trata de un vínculo de total identificación e intimidad. Sellada por la ligazón del amor y del conocimiento recíprocos. Es lo más parecido a la relación de Dios en sí mismo.
De alguna forma, todos somos pastores y ovejas. Un padre o madre de familia lo es de sus hijos; y ellos, a su vez, de quienes tienen bajo su dirección. Y de manera oficiosa, los sacerdotes han de ser pastores para con todos, traduciendo la vida íntima de Jesús.
Y el modo de ejercer este pastoreo es muy sencillo; solo hay un camino para acercarse a las ovejas abiertamente y con sinceridad. Si disimulamos u ocultamos algo, nos convertimos en explotadores o en dominadores. Lo mejor es escucharnos y seguirnos mutuamente y con Jesús.
Las autoridades del tiempo de Jesús, igual que las de ahora, corren el riesgo de ejercer su poder sobre el pueblo de forma ilegítima. Para ellos Jesús ha dicho que son ladrones y salteadores si no entran por la puerta del redil; si no ejercen su autoridad y servicio con honestidad, transparencia e identificación.
La clave para todos es el conocimiento y la relación personal entre pastores y ovejas; un conocimiento que se convierte en camino de humanidad y de libertad en la experiencia del amor recíproco.
El mundo necesita de mejores pastores en todos los niveles. ¿Qué clase de pastor estoy siendo yo?
Oración:
Señor Jesús, permíteme estar atento a tu voz. Que escuchando tu palabra, sea capaz de evaluar en mi interior las decisiones que tomo sobre los demás. Que crezca en mí la voluntad de ser un buen pastor. Y que goce de la comunicación de amor con mis ovejas en el trabajo y en mi hogar.
Permite que en mi familia, la relación contigo sea de intimidad, de comunicación y de amor; y que podamos transmitir esta experiencia a los demás. Amén.