Viernes 29 Mayo

Juan 21, 15-19

 

~ Señor, tú lo sabes todo; tú bien sabes que te quiero ~

 

Una vez resucitado, Jesús encomienda a Pedro su rebaño, y aquí mismo le devela la manera en que morirá: el camino de la cruz.

Podemos considerar esta repetida pregunta de Jesús: “¿…me amas más que éstos?”, como una afirmación del primado de Pedro. El primado del amor. Sabemos que Pedro lo había negado tres veces, y ahora responde con mesura, aprendiendo que no es desde su debilidad que podrá cumplir la misión que Jesús le encomienda, sino desde la gracia, que es don y presencia visible de Jesús por medio de su Espíritu.

Aunque esta pregunta va destinada a Pedro, muy bien la podemos recibir como propia, y responderla de acuerdo con nuestros alcances de fe y amor a Jesús.

Distingamos dos amores: el amor de amistad y el amor de identificación. La pregunta de Jesús es “¿Me amas…?”. Pedro responde “Te quiero”. Está claro que no se arriesga, como antes de su aprehensión y muerte, en el ofrecimiento de su adhesión, porque no quiere volver a fallarle. “Te quiero” refrenda su amor de amigo, es decir que renuncia a verlo como Mesías de poder y a relacionarse con él en términos de inferior y superior.

 

¿Cómo respondemos a esta pregunta de Jesús? No como Pedro, cuya respuesta lleva implícito el compromiso de su primado. Hagámoslo, en cambio, desde el primado del amor; en otras palabras, decididos a dar la vida por el amor a Jesús y a los que más lo necesitan. Este es el alimento que necesitan las ovejas que Jesús desea que sean apacentadas.

Si lo pensamos bien, el primado del amor ––o su equivalente: poner como centro de nuestra vida el amor a Dios y a nuestros hermanos–– es nuestro distintivo y nuestro servicio en medio del mundo.

 

Oración:

Señor Jesús, yo también te amo, y deseo amarte tanto como tú mismo me lo permitas. Ayúdame a entender la dinámica de este amor de servicio a los demás. Que esté siempre dispuesto a experimentar el gozo de ayudar a cuantos tocan a mi puerta, y que cuando sea grande, igual que a Pedro, tú decidas mi regreso a ti.

Haz posible que en casa, todos entendamos que en el amor no hay competencias; que todos podamos ejercer el amor como primado tuyo, y así, tener vida sin límites. Amén.

 

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