Domingo 21 Febrero

Marcos 1,12-15

 

~ Fue tentado por satanás y los ángeles le servían ~

 

Jesús es empujado por el Espíritu para entrar en el desierto. Él entra, pero en tensión de su propia fuerza interior, su fuerza para vivir y para amar. Es un momento único en el que Jesús no puede aplazar ser probado y tentado, le brota de su vida interior la necesidad imperiosa de constatar de qué está hecho, tiene necesidad de examinarse en el vacío del desierto con una exigencia propia, de frente a su misión.

El desierto del que habla Marcos tiene diversos significados: de vacío, abandono y soledad; en este sentido es el lugar de la debilidad del hombre, donde la tentación puede sentirse más fuerte, y también significa el lugar del encuentro con Dios.

Nosotros queremos leer el desierto en estos dos sentidos. Y nos proponemos entrar como Jesús, buscando nuestra fuerza interior. Queremos dejarnos tensar por la dinámica interior de nuestra capacidad de vivir y de amar, de ahí viene la fuerza. Especialmente ahora queremos saber: ¿Cómo somos de fuertes? ¿Somos fuertes como para resistir la prueba de este desierto de Cuaresma y de los desiertos de nuestra vida?

Recuerdo al Cardenal “Van Thuan” en un testimonio que escuché de viva voz, cuando decía que la fuerza interior que le ayudó a soportar meses de oscuridad en la prisión, cuando por un agujero esperaba una cucaracha para comérsela, fue la Palabra de Dios, el dinamismo de esa Palabra que ahora lo acompañaba en su soledad.

Es importante meditar esta idea de nuestra fuerza interior ahora, cuando las fuerzas que vemos en el mundo son fuerzas externas, fuerzas perdidas o contrarias que se resquebrajan fácilmente; nosotros, la gente de fe, queremos descubrir en este domingo, que el poder de nuestra fuerza interior es capaz de sostener el todo de nuestro horizonte de vida, incluso capaz de derrocar cualquier sistema de dominio y de injusticia.

 

Oración:

Señor Jesús, prepárame para la misión. Que tu voz resuene en las incertidumbres que a veces llevo en mi corazón, hazme fuerte, ténsame para no desistir en la batalla contra el enemigo.

Has que en familia y comunidad, nos mantengamos fuertes frente a las asechanzas de la vida. Que nos atrevamos a romper cualquier sistema de dominio y de injusticia. Y que nos echemos a andar tras tus huellas hacia tu cruz y resurrección. Amén.

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