Jueves 30 Enero
Marcos 4, 21-25
~ Nada hay oculto si no es para que se descubra;
y nada ha sucedido en secreto,
sino para que venga a la luz ~
El secreto del Reino que sus discípulos han conocido, y que los que no tienen fe tardan en entender, un día será descubierto, saldrá a la luz.
Este lenguaje de parábola-proverbio, nos presenta una síntesis de varios dichos de Jesús: la idea de la lámpara y la de la medida. El efecto que causa en quienes lo escuchamos es de alerta. El Reino de los cielos no se deja alcanzar por quien no pone el mínimo interés. En este sentido el Reino es digno, exige respeto y atención. Quienes no creen, son los que ponen su verdad debajo de la olla o de la cama, no se dejan iluminar. Para ellos está velada la Palabra y la Persona de Jesús; pero llegará un día en que esta luz de Cristo será tan contundente, que quienes la han rechazado merecerán condena. Perderán incluso el mínimo de bienes espirituales, y de manera principal, el entendimiento.
Poner atención a lo que escuchamos, es la sentencia, para quienes aceptamos la iluminación de Jesús. La Parábola-proverbio que tenemos hoy, nos descubre la oposición que tenemos entre la luz y las tinieblas; es decir, entre creer y rechazar la fe.
A los que son de este mundo, les conviene hacer de lado la fe que pueda demandarles justicia en sus vidas. Jesús, por el contrario, quiere ser luz, y a quienes lo seguimos, nos asocia para ser luz del mundo y que esta luz ponga al descubierto nuestras buenas obras (cf. Mt 5,14ss).
El secreto del Reino y su luz, está dicho con amor en el interior de nuestro corazón, para que nuestra vida se conforme de acuerdo con sus criterios y valores, que son superiores a los de cada uno.
Hoy podemos preguntarnos: ¿Cuáles obras he preferido esconder bajo la olla o la cama? ¿Qué luz he oscurecido por cobardía, oportunismo o conveniencia?
Oración:
Señor Jesús, abre mis sentidos espirituales a tu voz y a tu luz; deseo alegrarme de la transparencia de mis obras, que respondan a los valores que me propones. Ayúdame a salir de la división interior, de la duda, de la mirada reductiva y del rechazo de fe.
Permite que en mi hogar, con los míos, siembre y alumbre tu Palabra y tu amor desde el candil más alto; que nadie tienda, ni en lo más mínimo, a oscurecer tu luz; que sepamos de Parábolas, de tu Reino, de la Justicia, del Amor y de la Paz. Amén.