Sábado 27 Julio
Mateo 13, 24-30
~ Dejen que ambos crezcan juntos hasta la siega ~
Jesús toca el tema del Reino de los Cielos, y lo hace, otra vez, dirigiéndose a la multitud. No es un tema gratuito, es muy probable que con esta enseñanza tratara de actualizar el pensamiento de los “puros” de su tiempo ––“fariseos, esenios y zelotas”––, para quienes los únicos que podían formar el pueblo de Dios eran los puros. Y no aceptaban que Jesús se mezclara con los pecadores y admitiera en su compañía a los publicanos.
Con la parábola de la cizaña en el trigo nos enseña que en el Reino de los Cielos pueden coexistir la semilla buena y la mala. La nuestra es una semilla buena, la recibimos el día de nuestro bautismo y hemos de custodiarla alimentándonos de la fe y la vida de los sacramentos, hasta su plenitud y la producción de nuestros frutos. Esta buena semilla que somos aparece en la parábola como algo pequeño y escondido que, sin embargo, tiene una fuerza vital.
Encontramos aquí que Dios permite que la cizaña crezca junto con el trigo. A ninguno de los dos se lo puede arrancar, porque Dios desea que se desarrollen y se midan en el mismo espacio y con los mismos nutrientes de la plantación. Comentando esta parábola, San Agustín observa que “primero muchos son cizaña, y luego se convierten en grano bueno”; y que “si estos, cuando son malos, no fueran tolerados con paciencia, no lograrían el laudable cambio”.
Para muchos de nosotros sigue vigente esta pregunta: ¿por qué Dios permite el mal? Aquí tenemos una respuesta, entre muchas: porque Dios es paciente y espera el cambio de los que son mala semilla. Además, porque Dios confía en que los que somos buena semilla nos mantendremos firmes en medio de esa maleza. Y, por lo mismo, no podemos pasar la vida sin crecer o esforzarnos. La mala semilla brota en nuestros ambientes ––familiar, laboral, social y de Iglesia–– cuando dormimos, es decir, cuando la comunidad no está comprometida.
Los que somos desesperados y queremos arreglar las cosas de tajo, hemos de entender que es imposible eliminar lo malo de raíz, sin daño de lo bueno. Por lo demás, Jesús nos muestra que hay que esperar el tiempo de la siega, no hay juicio inmediato y definitivo.
¿Cómo va nuestra semilla en el campo del mundo? ¿Cómo nos medimos con la cizaña y cómo hacemos la diferencia?
Jesús confía en nuestra semilla, confiemos nosotros también.
Oración:
Señor Jesús, aunque a veces me desespera la maldad en el mundo, reconozco que tú tienes tus planes. Ayúdame a mantenerme firme en medio de tantas tentaciones y a no escuchar las propuestas que asfixian mi semilla. No permitas que en medio de este campo de cizaña y trigo, yo me vuelva cizaña en lugar de ayudar a otros a volverse buena semilla. Permite que en casa, con los míos, nos comprometamos como familia y como Iglesia en favor de tu Reino. Amén.