Miércoles 31 Marzo
Mateo 26, 14-25
~ El Hijo del hombre se va, como está escrito de él, pero ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre es entregado! ¡Más le valdría a ese hombre no haber nacido! ~
Aunque Judas llevaba grabado en su alma todo lo puro y grande que había recibido de Jesús, el momento de la venta, treinta monedas de plata ––que era el precio de un esclavo Zac 11,12; Ex 21,32––, no logró otra cosa que hundirlo en sus tinieblas, y hacer que viera desdibujada la luz de su amigo. Esas treinta monedas solo sirvieron para comprarlo como esclavo del poder instituido y de su propia ideología.
Jesús, por su parte, está dando los pasos que convienen para dar la vida y así liberar a los suyos. Su tiempo ha llegado, es la hora de su muerte. Se puso a la mesa para reiterar a cada uno, en aquella Cena de despedida, que Él se entregaba por ellos. Y mojó en la misma fuente su pan, para sellar ese momento con el signo de su amor, de amistad y de intimidad.
Jesús se muestra, entonces, como el hombre perfecto, portador del Espíritu de Dios, de frente al hombre inacabado, que ha dado un paso atrás hacia la sombra oscura de su miseria. Al entregarlo, Judas entrega a todo hombre a la muerte, anula en sí mismo todo valor humano, renuncia a su ser de persona humana.
Sin embargo, tiene una última oportunidad de recapacitar cuando Jesús lo llama a la conciencia: más le valdría no haber nacido; lo identifica como traidor con la intención de que recapacite. Pero, aun así, Judas no logra salir de la densidad oscura de sus pretensiones y desmaya en su arrepentimiento.
Hoy, igual que Judas, nosotros corremos el riesgo de no participar más del Espíritu, de ver como intrascendentes nuestras pequeñas infidelidades, hasta salir de la luz; y ya al final, el riesgo de entrar en una noche oscura, de la cual no seamos capaces de volver con una auténtica conversión.
¿Qué pasos he dado atrás, hacia mi sombra oscura, hacia mis miserias? ¿Cuándo he renunciado a la persona humana, y cuándo a ser portador de Espíritu?
Oración:
Señor Jesús, llámame más veces a la conciencia; no permitas que siga dando pasos atrás, por miedo a dar la vida y el amor a los demás. Enséñame cómo se hace para no traicionar al Espíritu y al hombre, para no traicionarme a mí mismo.
Ayúdame para que en mi casa, nadie tenga que padecer una confusión tan grande como la de Judas; pero que si así sucediera, sepamos regresar de esa peor noche y recuperar la vida que nos das. Amén.