Sábado 25 Mayo

Marcos 10, 13-16

~ Dejen que los niños vengan a mí, y no se lo impidan,

porque de los que son como éstos es el Reino de Dios ~

Detrás de la imagen de los niños que encontramos en este relato, están los nuevos seguidores de Jesús, los que no proceden del judaísmo y sin embargo, han abrazado con alegría a Jesús y su proyecto. Son pequeños comparados con los judíos de abolengo. Y es muy probable que en el pensamiento de Jesús, detrás de esta imagen de niños se asocien, quienes son marginados por el sistema religioso y social de su tiempo: las viudas, leprosos, niños y pobres.

Consideremos que: “ser niño” o “Pequeño” para Jesús, implica una categoría importante de su misión. Él mismo se hizo pequeño. Como Hijo, no hizo nada por sí mismo, sino que actuó a partir de su Padre y de frente a Él.

En su itinerario de formación para sus discípulos, tenía poco que los había reprendido, cuando discutían por el camino, sobre quién sería el mayor entre ellos. En esa escena de la vida de Jesús, cuando: “tomó a un niño, lo abrazó y lo puso en medio de ellos”, les enseñó que la manera de caber en su reino es esta: ser pequeños, hacerse “últimos y servidores de todos” (9,35). Los niños pues, son el mejor ejemplo de “cómo ser pequeños ante Dios”.

Si entendemos bien esta categoría de Jesús, y la ponemos en práctica, es muy probable que logremos modificar nuestro paisaje social. Jesús no desea que seamos niños a la manera de “menores de edad”, inmaduros, débiles o movidos por el miedo, sino niños ante Dios, es decir: libres, llenos de alegría y de confianza en nuestro Padre y provocando la comunicación del amor gratuito.

Practicar la vida cristiana, desde nuestra conciencia de hijos de Dios, puede modificar nuestra sociedad; porque implica mirar con responsabilidad a los marginados y excluidos, con ojos de hermano y con corazón abierto.

Así pues, para entrar en el reino de Dios, “hacerse pequeño” no es una actitud estática, sino dinámica. No se entra al reino solo por hacerse el humilde, sino por vivir con la conciencia clara de no ser dioses, sino hijos de Dios, pequeños ante Él, y por tanto llamados a trabajar por los más vulnerables, abrazándolos y poniéndolos al centro de nuestras sociedades, al modo de Jesús. Como vemos, hacerse pequeños, es a la vez hacerse fuertes.

Oración:

Señor Jesús, ¡Qué fácil me parecía ser niño! Y ¡Qué fácil, parecía entrar en tu Reino! Ahora descubro la belleza de tus signos. Gracias por llamarme a ser libre de condicionamientos sociales; por llevarme a mirar lo injusta que es nuestra sociedad; sobre todo cuando nos peleamos por ser los primeros y los mayores. Ayúdame a invertir mis valores de relación. Quiero integrar la categoría de los pequeños y del servicio en mi vida. Quiero ser pequeño y entrar en el Reino que nos prometes.

Permite que junto con mi familia, invirtamos nuestro paisaje familiar y social, y que dejemos a Dios ser nuestro Padre;  que seamos capaces de experimentar su abrazo paterno y la ternura de su amor en nosotros y en los más vulnerables. Amén.

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