Domingo 7 Agosto
Lucas 12, 32-48
~Háganse bolsas que no se deterioran, un tesoro inagotable en los cielos,
donde no llega el ladrón ni la polilla~
El evangelio nos ubica en el contexto del Reino que ya se avecina y para cuya llegada hay que estar en vigilante espera. Hemos escogido como tema “moverse en la certeza” porque la Palabra nos invita a descubrir que las certezas del hombre no están en los bienes que posea, sino en la Fe. Porque la Fe nos lleva a poner nuestro corazón en realidades más altas, nos arranca de visiones reductivas sobre el Mundo y sobre el hombre. Pero, sobre todo, nos ciñe a nuestra propia responsabilidad, como un “padre de familia”, como un “administrador” o como un “siervo”.
El mundo en el que vivimos es cada vez más un mundo de inseguridad, porque el ser humano vive una fe cansada, sin esperanzas, sin brío, cobarde o inconstante. Y porque la humanidad, de alguna manera, se ha hecho irresponsable de su futuro y de sus realidades más profundas. Ante la inseguridad interna del ser humano e incluso ante la inseguridad pública, Jesús nos dice en el Evangelio: “No temas rebañito mío, porque tu Padre ha tenido a bien darte el Reino”; pero es preciso cambiar de actitud y deshacerse de ciertas seguridades terrenas.
Oración:
Señor Jesús, que yo haga lo que me toca. Hazme entender que solo soy un administrador de tus dones, incluso de la vida misma.
Haz que en mi familia, y de frente a los demás, utilicemos los bienes materiales y espirituales para servir a la comunidad. Señor Jesús, ayúdanos a alcanzar un buen grado de libertad interna, para administrar con mirada de fe nuestras posesiones. Déjanos ver lo invisible, poseer lo que no tenemos, y sentirnos seguros en lo provisional. Amén.