Jueves 24 Febrero

Marcos 9, 41-50

 

~ Más le valdría que le encajaran en el cuello una piedra  de molino y lo arrojaran al mar ~

 

Jesús advierte de desviaciones a sus seguidores. Los que muy pronto se han vuelto ambiciosos, podrían escandalizar a los pequeños, es decir estropear la pureza de su fe. Pondrían en peligro su adhesión a Jesús.

 

Es atrayente la propuesta de una fe consciente. Los seguidores de Jesús tenemos frente a nosotros la alternativa entre vida y muerte: en la actividad diaria (la mano), en la conducta (el pie), en el deseo (el ojo); si no cuidamos nuestra fe y adhesión a Jesús, desde lo más rudimentario, nos ponemos en peligro de ser infieles al mensaje y a Jesús.

 

Al centro encontramos el tema de la fidelidad. La sal, como elemento de incorrupción, es la propia disciplina, que ha de dar sentido a cuanto creemos y hacemos.

 

En un día como hoy, podemos retomar este principio de incorrupción, nuestra autodisciplina; y estar seguros de lo que creemos y de lo que hacemos vida.

 

¿Cuál es mi principio espiritual de incorrupción? ¿Cómo lo desarrollo y disfruto?

 

Oración:

Señor Jesús, nunca imaginé que estuviera hecho para la incorruptibilidad. Siento descanso espiritual, al pensar que mi fe se sostiene como don tuyo, pero que estoy obligado a fortalecerla con mi autodeterminación y disciplina.

Me encanta pensar que la mejor fidelidad a ti y a tu proyecto, se sala en mi interior, desde una clara consciencia espiritual.

Permite que en mi familia, nunca escandalicemos a nadie; al contrario, que promovamos a quienes encontramos en la vida, para que se descubran en tu seguimiento. Ilumínanos mientras nos mantenemos en la fidelidad y pregustamos las primicias de tu reino. Amén.

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