Nuestros Principios
Domingo 9 Febrero
Mateo 5, 13-16
~ Ustedes son la sal de la tierra ~
Después de las bienaventuranzas, encontramos esta precisión de Jesús: “ser sal y luz”, que lleva la exigencia de Jesús para quienes lo seguimos, de no sucumbir ante las insidias del mundo y ante la persecución. La sal es principio de incorruptibilidad, símbolo de permanencia y pureza. Y la luz es la posibilidad de que las buenas obras, además de ser vistas, convenzan con su verdad y muestren su origen en Dios.
Las personas de nuestro tiempo, necesitan cada vez más de este principio de incorruptibilidad: la sal, que significa también sabiduría de la vida, y que consiste en conocer y cumplir la voluntad de Dios, por medio de su ley de amor. Si lo pensamos bien, el mundo necesita de esta sal nuestra, de esta sabiduría que le da sentido a cuanto hacemos, vivimos y esperamos. Y como podemos ver, ser sal no nos lleva a realizar cosas a parte de la vida cotidiana ni siquiera llamativas; por el contrario, la vida de quienes queremos ser sal para el mundo, es discreta, se vive como una experiencia interior y fecunda para el servicio de los demás. —Igual que como la sal da sabor y consistencia a los alimentos, sin que se vea como ingrediente; un seguidor de Jesús, da alegría, sentido y seguridad a nuestras sociedades, sin que se note—.
La sal y la luz, en este evangelio, son sinónimos de la verdad de Dios y de nuestra fidelidad a Él. Si lo intentamos, gozaremos de no diluirnos en las ideologías del mundo, de no proceder con palabrerías, ni siquiera con las mismas prácticas piadosas, sino con obras que traslucen la verdad, la vida y el amor de Dios. A esto se refiere Jesús cuando se refiere a las obras con las que glorificamos a Dios.
¿Alguna vez, he estado en riesgo de corromperme con las ideologías del mundo? ¿Me he corrompido?
La Buena Noticia de hoy es esta: que llevamos en nuestra identidad cristiana, este principio de incorruptibilidad y de verdad que Jesús nos ha dado.
¡Vivamos de acuerdo a nuestros principios!
Oración:
Señor Jesús, yo quiero mantenerme incorrupto, libre y veraz para cuantos de mis hermanos voy encontrando en mi vida. Me goza imaginar que puedo hacer visible tu ley de amor, y ser testimonio para quienes vacilan.
Permite que en casa, junto con los míos, vivamos siempre bajo la experiencia de tu verdad que nos ilumina, y mostremos a nuestros seres queridos y los demás, las buenas obras que nos permites realizar. Amén.