Viernes 13 Noviembre

Lucas 17, 26-37

 

~ Quien intente guardar su vida, la perderá;

y quien la pierda, la conservará ~

 

Para todos, pero en particular para quienes han rechazado el proyecto de Jesús, llegará el Día en que el hijo del hombre se manifieste, es decir, el gran día del juicio final, en el que se cumple el destino de la humanidad. Igual que en tiempos de Noé y de Lot, mientras la gente vivía sin consciencia de la impiedad y corrupción de su sistema político y religioso: Comían, bebían, tomaban mujer o marido… comían, bebían, compraban, vendían, plantaban, construían, llegó la catástrofe como consecuencia de las malas opciones.

La suerte de cada uno no se asegura por la más estrecha compañía, en el reposo o en el trabajo; ser o no aceptado dependerá de la opción personal de cada uno.

La presencia de los buitres revelará dónde está la carroña (Job 39,27-30). Hay que leer el verbo reunirse; en el uso de la Biblia de los LXX, los buitres no se reúnen en acuerdo; en cambio, los ejércitos paganos que destruirán a Israel sí (Miq 4,11; Hab 2,5; Zac 14,2).

Parece que nuestro tiempo, y el tiempo de cada época de la humanidad, se puede leer a través de estas figuras proverbiales de Noé y Lot: siempre pasamos la vida en lo cotidiano, sin considerar, en parte, el tiempo venidero.

Jesús propuso a sus discípulos que esperaran el Día final, el día de las definiciones, no para que vivieran con angustia, sino como estímulo para trabajar en la misión, desarrollando los dones espirituales y trascendentes que Dios da a cada quien.

Vivamos la vida, no de manera despreocupada, sino preparándonos, permitiendo que la semilla y el fermento del Reino de Jesús germine en nuestra historia personal. Es probable que así, cuando venga nuestro Día final personal, o el Día del Juicio final, seamos aceptados y no rechazados.

Vivamos la vida con consciencia de que son nuestras opciones personales las que determinan nuestra suerte final.

 

Oración:

Señor Jesús, me agrada que me llames a tomar consciencia de la vida futura. Me doy cuenta de que cada uno de mis días va conformando mi Día final; me emociona vivir consciente de mi corruptibilidad y deseoso de vestirme de incorrupción. Ayúdame a levantar mi cuerpo, a través de buenas opciones personales, antes de que los buitres lleguen; que en mi esfera laboral y social impregne de esta idea a mis semejantes, para que cada uno, en su momento, por sus buenas opciones, alcance a participar de tu Día.

Permite que en mi hogar vivamos con alegría cada actividad que realizamos, sabiendo que puede ser la última, pero la decisiva para la vida que nos prometes. Amén.

 

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