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“Al derecho de cada país de salvaguardar sus fronteras, no le sigue el derecho de hacerlo, sacrificando la dignidad de la persona humana y los derechos del migrante. Como pastor y con mirada de migrante, tengo la esperanza de que poco a poco, vayamos logran- do políticas migratorias más justas e integrales que garanticen que los migrantes no sean objeto de abusos ni sujetos de explotación. Pero también tengo la esperanza de creyente de su condición y una visión creyente de su condición y una madurez plena para sostener en el extranjero con dignidad…
En este libro, tenemos un aporte serio sobre la realidad migratoria y un desarrollo interdisciplinar de la teología de la migración”