Jueves 5 Septiembre

Lucas 5, 1-11

~ No temas. Desde ahora serás pescador de hombres ~

El ministerio de Jesús ha llegado a mucho. Su predicación es continua y multitudinaria. La necesidad de la gente que lo sigue es tal, que se agolpa a su alrededor para oír la Palabra de Dios.

La pesca milagrosa que lograron Pedro, Santiago y Juan nos sirve para entender el llamado de Jesús.

Pedro y sus compañeros de pesca estaban seguros de que no había peces, y menos a esa hora en la que Jesús les pide bogar mar adentro. Es la noche, que significa “tiniebla, sombra y opresión”. Sin embargo, reconoce la autoridad que Jesús tiene sobre el grupo improvisado que lo sigue y sobre su equipo de pescadores, y lo llama “jefe” (epistatês), aunque a veces se traduzca por “maestro”. Lo significativo ocurre cuando, por confiar en las palabras de Jesús, logran una pesca inigualable. Pedro avanza en su relación con Jesús, ya no es más el “jefe”, ni siquiera el “maestro”, sino su “Señor”. Reconoce la autoridad divina de Jesús, y por eso se postra y, junto con sus compañeros, se siente indigno y temeroso frente a Dios.

Recojamos la esencia de este Evangelio, el llamado a seguir a Jesús. Contiene los tres pasos de la vocación que cualquiera de nosotros, no solo los consagrados, ha de seguir en cuanto decida ser discípulo de Jesús: 1) Llamada: aunque todo parezca adverso y oscuro, boga mar adentro. 2) Misión: desde esa habilidad que tienes, te llevaré a la cumbre, desde ahora serás pescador de hombres. 3) Respuesta: dejar lo que nos impide entender su proyecto, y seguirlo.

Nada más hermoso que experimentar a Jesús cuando nos asocia a su misión; y nada más esperanzador que empezar a desarrollar nuestras habilidades innatas y aprendidas de manera trascendente. ¿Podemos imaginar la alegría de estos primeros discípulos al recibir un sentido más pleno de su vida que el que estaban viviendo como pescadores y que de otra forma, sin la irrupción de Jesús, jamás habrían alcanzado?

¿Te animas a trascender tu vida cotidiana?

Oración:

Señor Jesús, yo soy Pedro, Santiago y Juan; soy también aquellos que se agolpaban para escucharte. Tiemblo por dentro de solo imaginar lo que puedes darme: un nuevo rumbo para mi vida, una misión que no se agota y que completa de sentido mi existencia ordinaria. Ayúdame a salir de la oscuridad de mis noches sin pesca. Que desde mi profesión trascienda la vida y consiga muchos frutos de servicio y de amor para mis semejantes.

Permite que en casa, junto con los míos, logremos muchas pescas milagrosas, que salgamos de nuestros miedos reverenciales a ti, y gocemos de no verle fin a la nueva vida a la que nos invitas a seguirte. Amén.

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