Domingo 27 Diciembre
Lucas 2, 22-40
Al celebrar hoy “La Sagrada Familia”, podemos tomar esta hermosa imagen de La Familia de Nazaret. No es una familia normal desde nuestras categorías culturales; parece más bien una familia “atípica” si consideramos que la madre es virgen, el padre es Dios, José ejerce una paternidad legal y espiritual, y el hijo es divino y humano. Sin embargo, esta misma condición a través de la cual Dios ha querido venir al mundo, nos permite comprender que la familia tiene un universo insondable de formas de manifestarse. En el centro de esta familia y de todas las familias del mundo encontramos esta constante: la necesidad de una relación de pertenencia y el lugar en el cual ser educados, instruidos y ayudados a descubrir nuestra vocación más alta.
Incluso nuestras familias disfuncionales, ¡cuánta riqueza alcanzan cuando se esfuerzan por vivir una sana pertenencia y un proyecto mínimo de familia!
José y María han insistido en educar a Jesús en la tradición de los que esperaban la liberación de Israel. Llevan al Niño para presentarlo y consagrarlo al Señor. No solo por mera tradición, sino para marcar en la historia personal, familiar y comunitaria, la ascendencia y la pertenencia de Jesús a la familia de Abraham y, así, a la de su Padre Dios.
A nosotros hoy, nos viene muy bien retomar este sentido vivencial y ritual de nuestra pertenencia. Especialmente ahora, cuando vivimos un tiempo en el que las raíces se pierden en las ideologías del relativismo y el secularismo. Un mundo, además, que no se interesa mucho en dar continuidad a sus instituciones y a la memoria de sus antepasados.
¡Qué tesoro tan grande recuperar nuestra pertenencia familiar y religiosa, y tomar vida de esta experiencia!
Oración:
Señor Jesús, ve que gozo de tener una familia, de pensar la vida como un continuo camino de pertenencia a ti, a tu familia de Nazaret y a tu familia trinitaria, a través de mi familia en la tierra.
Cuida de nosotros. Que sigamos los pasos de tu Madre y de San José para que nada pueda dividirnos. Aleja de nosotros toda asechanza del mal y concédenos en familia y comunidad, una fe profunda para seguir el plan que nos has preparado. Amén.