Lunes 30 Enero

Marcos 5, 1-20

 

~ Él le había dicho: Espíritu inmundo, sal de este hombre ~

 

Este milagro de Jesús es difícil de interpretar. Parece un tanto escenográfico, anecdótico, y poco verosímil. Sin embargo, encontramos aquí una teología extraordinaria: la fe del poseído, su sanación como restitución de su dignidad humana y la oferta de Dios, para hacer del hombre esclavizado, excluido o marginado, una persona acabada en el Espíritu.

 

Jesús encuentra poca aceptación en su primer contacto directo con los paganos. Aun así, la fe del hombre poseído le arranca un milagro hermoso.

 

Detrás del endemoniado indomable, está la figura de los esclavos —grillos, cadenas—, un muerto en vida —cementerio, sepulcro—, y el espíritu inmundo. Es un excluido de la sociedad y un auto-excluido de ella. Sin embargo, reconoce en Jesús algo grande, su ascendencia divina. No quiere que su liberación lo lleve a una nueva esclavitud, o a vagar por todos sus años, errante, sin descanso.

 

Detrás de ese endemoniado, podemos estar nosotros, también, poseídos, esclavos, excluidos, o muertos en vida. Si miramos en nuestro entorno, hay muchos que necesitan esta liberación. Volver a la dignidad de la persona humana. Superar el poder opresor —puercos, dinero, poder que en la liberación es destruido—.

 

La comunidad corre a Jesús, porque tienen miedo abandonar las seguridades que les da su sociedad de dominio; de momento confían más en el poder y en el dinero de la injusticia institucionalizada.

 

¿Qué tanto deseo salir de mis esclavitudes y sepulcros?

 

Oración:

Señor Jesús, ayúdame a salir del mal en el que me he acostumbrado a vivir. Sácame, junto con mi familia y completa nuestra vida con tu Espíritu. Amén.

 

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