¡Seamos de los de arriba!
Martes 5 Abril
Juan 8, 21-30
~ Ustedes son de este mundo, yo no soy de este mundo ~
Lo que Jesús enseña en este episodio del Evangelio es el camino de su donación en la cruz; y en este signo, su identidad más profunda: Él es principio de ser.
Quienes lo están escuchando son judíos, dirigentes y adeptos. Se nota que les cuesta trabajo entender, y por eso piensan que habla de suicidarse. Jamás comprenderán que alguien esté dispuesto a dar la vida por amor; y menos aceptarán seguir a un Mesías crucificado. Por eso Jesús les anticipa que adonde Él va, ellos no son capaces de seguirlo.
Les ha mostrado que, debido a su incapacidad al buscarlo no como Jesús hijo de Dios, sino como Mesías nacionalista, su pecado los llevará a la muerte. Ese pecado que consiste en suprimir la vida y la libertad en el ser humano, basados en un orden social injusto, porque van contra el proyecto de Dios.
Jesús y quienes lo siguen con adhesión perfecta son de arriba, de la esfera de Dios, son hombres acabados por el Espíritu; los otros, por el contrario, son de abajo, hombres inacabados cuyo pecado se cristaliza en la traición a la persona humana, a través de su sistema de injusticia. La única manera de salir de esta dinámica de muerte es reconociendo a Jesús como Mesías que da la vida.
Cuando Jesús les afirma una y otra vez “Yo Soy”, debieron leer en sus categorías arcaicas al Dios de sus antepasados, el que envió a Moisés ante el faraón para liberar a su pueblo de Egipto. Jesús es el enviado del Padre, y también es principio de ser. “Yo Soy” significa: “Yo soy el que es, el principio del ser, el que existe por sí mismo, el que hace que todo sea, en la muerte y en la vida”.
¡Seamos capaces de Cristo! De seguirlo en la vida y en la muerte, desde el signo del amor; a favor de la persona humana.
¡Seamos de los de arriba! Dejémonos acabar por el Espíritu, aceptemos la cruz.
Oración:
Señor Jesús, me alegra saber que puedo ser más si busco ser de los de arriba, contigo, acabado por tu Espíritu. Dame certezas para seguirte adonde tú vas. Ayúdame a no suprimir la vida y la libertad de mis hermanos; a ser don, a dar la vida y a tomarla en ti, desde tu cruz y desde la mía.
Permite que en mi hogar alcancemos a ser de los de arriba; gente de espíritu, a favor de los demás. Amén.