Seamos Dichosos…
Sábado 9 Octubre
Lucas 11, 27-28
~ Dichosos más bien los que oyen la Palabra de Dios
y la ponen en práctica ~
La mujer emocionada que alza la voz de entre la gente, fascinada por la sabiduría y la personalidad penetrante de Jesús, se imagina lo orgullosa que habrá de estar su madre. Esta mujer entusiasta representa al pueblo sensible que, además de ver en Jesús un don del cielo, se alegra de que sus entrañas familiares sean muy humanas. Y así, a través de Jesús, saluda a María como “dichosa”.
Jesús completa el dicho trasluciendo la predicción de su madre (1,48: –me llamarán dichosa todas las generaciones-). Y remitiendo a sus oyentes a la dicha mayor: María ha sido dichosa por ser fiel a Dios; nosotros seremos igual de dichosos si somos fieles a su Palabra.
Lo mismo que María, que fue la primera que escuchó y aceptó la palabra de Dios, nosotros seremos dichosos si escuchando a Jesús, somos sus testigos en nuestro propio ambiente. La invitación de Jesús es única para quien se atreva a realizar algo grande con su vida: ser dichosos, porque lo que hemos encontrado nos asocia a un proyecto mayor que cualquier otro que pudiéramos desarrollar; y, en segundo lugar, ser dichosos porque al practicar la Palabra, encontraremos una sabiduría que supera cualquier expectativa y la alegría de ver más allá de lo temporal o superficial.
María se convirtió en madre de Jesús al aceptar su Palabra; San Agustín afirma (cf LG 56): se puede decir que Ella es más dichosa por escuchar la Palabra de Dios y ponerla en práctica, que incluso por ser la madre de Jesús. Quienes recibamos la Palabra creyendo profundamente y siguiéndola en lo cotidiano de nuestra vida, debemos prepararnos para ver cosas maravillosas y para permitir que Dios mismo nos emplace a fin de realizar su obra en los demás.
Decidamos ser dichosos, atrevámonos a escuchar con mayor atención la Palabra de Jesús, a saborearla y a responder en las obras de acuerdo con sus inspiraciones, igual que el Pan de su presencia en las celebraciones eucarísticas.
Seamos dichosos de convertirnos en portadores de Jesús resucitado en medio del mundo. Hagámoslo presente en los diversos ambientes de la sociedad y a cuantos viven y trabajan en ellos. Difundamos el ofrecimiento de Jesús, su cruz y resurrección, y la manera en que sacia las aspiraciones más profundas de nuestro corazón humano.
Oración:
Señor Jesús, gracias por regalarme tu Palabra; recién hoy entiendo cómo se produce la dicha en nosotros, los que te seguimos, a semejanza de tu madre. De una manera discreta y amorosa, pero firme y duradera. Contágiame de tu alegría y de la de tu madre. Déjame ingresar a tu familia y aprender, desde lo cotidiano de tu vida, el modo de ser dichoso.
Permite que junto con los míos, desde nuestro hogar, seamos misioneros al estilo de tu madre, la Virgen María; que de cuando en cuando alguien nos diga: “Dichosos ustedes porque, a semejanza de María, escuchan la Palabra de Jesús y la ponen en práctica”. Que gocemos hasta estremecernos de solo imaginar lo que nos falta por caminar en el seguimiento de tu Palabra, y que es más grande que lo que nos queda de vida. Amén.