Lunes 14 Octubre
Lucas 11, 29-32
~ Aquí hay alguien más que Salomón ~
Jesús responde a los que exigían una señal y no han reconocido la fuerza de Dios en Él, ni en su obra de liberación. También nos responde a nosotros, que podríamos ser tanto o más descreídos que los ninivitas e israelitas en su tiempo, o que ni siquiera consideramos que sea necesaria la enmienda para evitar nuestra destrucción.
Hay nuevos paganos, es decir, gente que no profesa una fe a profundidad y, sin embargo, nos pone el ejemplo, igual que la reina del Sur que, buscando algo en verdad trascendente, vino a escuchar la sabiduría de Salomón.
La señal que Dios nos da como raza humana es el Hijo del hombre, Jesús mismo. Él, que en su misterio pascual de muerte y resurrección, nos sigue dando garantías de la vida que anhelamos, la vida que supera a la muerte. Jesús es el mismo “signo de Jonás”. No obstante, hay un signo mayor: creer en Él y seguirlo. Este es el gran signo de Dios: que nuestra realidad cotidiana se convierta en el acontecimiento decisivo que va a imprimir su huella, transformando la historia.
Es común la tentación de pedir señales a Dios, y más ahora, cuando sentimos que Dios calla o no aparece ante nuestras necesidades. Si en el pasado los griegos buscaban sabiduría para contactar con la divinidad, y los judíos poder, nosotros encontramos a Cristo crucificado y resucitado. Tenemos aquí las dos cosas: sabiduría y poder. No necesitamos otro signo, y menos que nuestra fe dependa de los milagros.
Seamos sabios y fuertes a partir de Jesús, que es el signo de todos los signos que Dios nos da; pero antes hagamos un camino de enmienda, pues la sabiduría y la fuerza de Dios no se llevan con la pretensión y la soberbia.
Reconozcamos que Jesús es mucho más que quienes vinieron antes que Él y que quienes vendrán. Él es la señal de los sabios y de los fuertes.
Oración:
Señor Jesús, no recuerdo ningún signo sobrenatural en mi vida que no haya venido cuando más lo necesitaba; incluso en la prueba, cuando he padecido. Me emociona iniciar hoy un nuevo camino de experiencia de ti, de tu cruz y resurrección. Revisando mi vida a través de este Evangelio, encuentro que necesito enmendarme si en verdad deseo alcanzar tu plenitud. Hazme sabio y fuerte al modo tuyo; acrecienta mi inteligencia espiritual, para que me atreva a vivir de manera diferente y a salir en tu búsqueda a través de mis hermanos, en lo cotidiano.
Permite que en mi hogar, junto con los míos, vivamos una conversión alegre y definitiva en la escucha de tu Palabra; y que en cada Eucaristía nos hundamos los tres días y las tres noches, para luego resurgir en tu resurrección, y así en cada encuentro sacramental contigo, hasta el día definitivo en que entremos en tu misterio divino. Amén.
Si, “es común la tentación de pedir señales a Dios, y más ahora, cuando sentimos que Dios calla o no aparece ante nuestras necesidades…” antes de leer este blog le decía a Dios “para Ti ni ha nada imposible, llévate la enfermedad de mi mamá, tal vez no te pedí mucho para que los resultados de su sangre salieran bien esta vez…” están haciendo estudios médicos a mi mamá, ella tiene artritis reumatoide por más de 20 años, pero quieren ver en esos estudios si por su condición actual es que los estudios salen abnormales o porque este desarroando cancer.
Al leer este mensaje y rezar la oración, meditaba en que tengo que seguir confiando en Dios, en todo momento.
Por favor tenga en sus oraciones a mi mamá María Isabel. Gracias.