Lunes 12 Julio

Mateo 10, 34-11, 1

 

~ El que quiera asegurar su vida, la perderá

y el que la pierda por mi causa, la salvará ~

 

La paz que propone Jesús no se construye sin oposición a la riqueza y el dominio (5,3) para implantar la justicia (5,6); este camino para la paz suscita la división y la oposición. Por eso Jesús previene a sus discípulos. Cuando estén en duda, zarandeados por tensiones, incluso de familia, tendrán que elegir a Jesús y su proyecto. Lo que realiza al discípulo es dar la primera lealtad a Jesús, y mantenerla hasta entregar la vida.

 

Parece abusivo que quienes incursionamos como nuevos cristianos recibamos esta exigencia, casi inaceptable, como requisito para seguir a Jesús. Sin embargo, no lo es. Ni lo fue en tiempo de Jesús, ni lo es hoy. Consideremos que la comunidad a la que fue dicho este Evangelio por primera vez, vive una época terrible de división y discordia en la propia familia, a causa del Evangelio de Jesús. Tomemos en cuenta, además, que lo que se pone en juego no es un consenso familiar o social, no solo un modo de vivir o una tendencia doctrinal o religiosa; sino ganar o perder la vida definitiva, la salvación.

 

Cargar la propia cruz significa echarse al hombro la responsabilidad de la propia vida, de frente a Dios; asumir con determinación trabajar por la paz y más allá de esta, ser portadores de la presencia de Jesús y del Padre.

 

A nosotros, discípulos de última generación, nos viene bien repensar si nuestra salvación es o no la principal empresa en que nos estamos ocupando. Vivimos un relativismo ético y religioso, y un materialismo de bienestar que nos oscurecen el horizonte de Dios y la vida después de la vida. Da la sensación de que aquí está nuestro primer punto de choque. No alcanzaremos la paz verdadera hasta no vencernos en estas propuestas del mundo, para dejar paso a la adhesión perfecta a Jesús.

 

Antes se ha dicho: “Si quieres la paz, prepárate para la guerra”. Ahora podemos decir: “Si quieres la paz, prepárate para ser leal a Jesús y para perder la vida a causa suya”.

 

¿Cuál es la paz que esperas en esta vida?

 

Oración:

Señor Jesús, me doy cuenta de que la paz no es gratuita. Deseo construir la paz interior eligiéndote a ti en lugar de a las tendencias del mundo. ¿Qué puede darme el mundo, mejor que lo que tú me ofreces? ¿Cómo podría yo permanecer en paz mientras persisten la desigualdad, la dominación y la injusticia social? Gracias por ayudarme a entender que en la vida se juega algo más importante que las ideologías del mundo.

 

Permite que junto con mi familia seamos constructores de paz, de tu paz y de tu amor. Que seamos de tus mejores discípulos y contemplemos el fruto de tu misión. Amén.

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