Lunes 7° Pascua. Juan 16, 29-33
~ En aquel tiempo dijeron los discípulos a Jesús: “Ahora sí que hablas claro, y no dices ninguna parábola. Sabemos ahora que lo sabes todo y no necesitas que nadie te pregunte. Por esto creemos que has salido de Dios”. Jesús les respondió: “¿Ahora creen? Miren que llega la hora (y ha llegado ya) en que se dispersarán cada uno por su lado y me dejarán solo. Pero no estoy solo, porque el Padre está conmigo. Les he dicho estas cosas para que tengan paz en mí. En el mundo tendrán tribulación. Pero ¡ánimo! Yo he vencido al mundo”. ~
¿Por qué, si los discípulos parecen entender todo y dicen a Jesús que ahora le creen que ha salido de Dios, Jesús lo duda? Porque interpretan mal las palabras de Jesús; se admiran de su saber, y por eso creen que viene de Dios. Pero su fe no se apoya en el argumento de fondo que Jesús les ha querido dar: sus obras.
Esta es una gran tentación que llega hasta nuestros días: creerle a Jesús solo si se acerca a nuestras categorías temporales. Creer en Jesús si responde más o menos de manera sabia o científica. En el fondo, la verdadera fe tiene como objeto a Jesús en la cruz (19,35). Aquí se trasluce la manifestación suprema del amor de Dios y su fuerza salvadora. Mientras no asimilemos este misterio, nos sucederá lo mismo que a los discípulos: nos dispersaremos llenos de miedo, y abandonaremos a Jesús y su proyecto.
Se trata de aprender de Jesús a vencer el mundo. No como la humanidad ha hecho en los últimos siglos, dando crédito a profetas, ideólogos y dictadores que con su temporal proyecto han dicho: “¡No es Jesús a quien han de seguir!”, “él no cambió al mundo”; y, montados sobre esa pretensión, han esclavizado al ser humano por medio de sus imperios, dictaduras y totalitarismos que, se supone, habrían cambiado y mejorado al mundo. Pero no fue así. A nosotros nos queda claro que no ha habido en estos dos mil años nadie que siga cambiando el corazón del hombre y su visión del mundo como lo hace Jesús.
Entonces, debemos creer de nuevo a Jesús. No solo por su sabiduría, sino por sus obras de amor, las mismas que nosotros repetimos a nombre suyo. Esto sí revoluciona el mundo. ¿O no?
Nada mejor hoy que recordar que Jesús nos dijo estas cosas, para que cuando sucedieran tuviésemos paz.
¡Venzamos al mundo!
Oración:
Señor Jesús, gracias por el don de tu amor. Gracias por mantener nítida mi experiencia de fe. Ayúdame a no perder el punto de llegada en mi relación contigo. Haz que nunca permita las ideologías del mundo que empañan tu verdad. Quiero mantenerme claro y fiel en el ejercicio de mi amor y fidelidad a ti.
Permite que junto con los míos, en casa, vivamos la plenitud de conocerte por tus obras; que asumamos la cruz como camino luminoso de salvación, y vivamos de manera cotidiana esa paz que nos prometes, la que viene de haber vencido al mundo. Amén.