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12 noviembre, 2021

Vivamos el “Ya” del día final

Domingo 14 Noviembre

Marcos 13,24-32

 

Marcos nos presenta a Jesús, utilizando el lenguaje apocalíptico, para convencer a sus discípulos de la actitud con la que deben vivir las catástrofes naturales y la aparente catástrofe de la caída de su tradición religiosa. Los exhorta a la vigilancia y al discernimiento. Si ellos no son capaces de comprender que llegó el momento de cambiar la manera de vivir la religión, no podrán seguirlo hasta la entrega sacrificial de su vida.

 

Más que del fin del mundo natural, se trata del fin de la comprensión de ese tipo de mundo que no mira hacia la trascendencia, del final del mundo de pecado, de injusticia y de muerte. Entonces es indispensable discernir lo esencial de lo superficial; aún en cuanto a la religión. Por eso del templo de Jerusalén no quedará “piedra sobre piedra” (cf. Mc 13,2).

 

Nosotros, creyentes del Siglo XXI, podemos gozar de este lenguaje apocalíptico, pero hemos de dar el paso a recoger lo substancial de su comunicación: estar atentos, al modo de quien vela, para discernir nuestra vida como el “Ya” del día final de la historia que empezó hace dos mil años, pero “todavía no” de su consumación.

 

Esta es la grandeza de la comunicación de Jesús que con su discurso logra un doble efecto en nosotros: la seguridad del hecho del fin del mundo y, al mismo tiempo, la incertidumbre de no saber el día ni la hora. Creo que nos viene bien, intentar una apocalíptica de nuestro tiempo. Intentar sacudir las estructuras caducas de nuestra religión y de nuestra sociedad. Trabajar para tirar por tierra tantas ideologías que oscurecen la verdad sobre el hombre, su historia y su futuro, y la verdad sobre Dios.

 

¿Qué signos utilizaríamos para describir los astros engañosos que brillan en nuestra sociedad? ¿Cómo podríamos inducir un viraje en la comprensión de nuestra cultura religiosa y social? ¿Cómo podríamos generar una libertad impactante capaz de producir esperanza y de conducirnos hacia nuevos horizontes?

 

Jesús propone la nueva humanidad, basada en la vida trascendente que Dios nos da. Vivir el “Ya” del día final, implica dejarse congregar como elegidos desde los cuatro puntos cardinales y desde lo más profundo de la tierra a lo más alto del cielo. Implica discernir lo esencial y verdadero de lo superficial y falso.

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