Domingo 2 Octubre
Lucas 17, 5-10
~ Le dirían a este sicómoro:
“arráncate de aquí y plántate en el mar”, y les obedecería ~
En el itinerario del Reino de Dios que Lucas nos ha venido presentando, se encuentra esta enseñanza sobre la Fe. Después de haber entendido la conveniente administración de los bienes materiales y espirituales, es decir, los bienes temporales y los eternos, y de encontramos en esa bella enseñanza de Lázaro y el Rico Eupulón, que es preciso vivir “esta vida” como oportunidad para definir “la otra”.
Hoy, encontramos a los discípulos un tanto inseguros, ellos están experimentando la exigencia del Envío y la Misión pero de frente a una realidad muy compleja. Por eso le piden a Jesús algo que Él no les da: “auméntanos la Fe”. Y no les aumenta la Fe porque para Jesús la Fe es una: se tiene o no se tiene. No se puede agregar a una persona más o menos Fe desde fuera. La Fe se ha recibido desde el Bautismo y la Confirmación, es una realidad interna. Cada creyente es responsable de hacer crecer su Fe, de vivir la vida desde las exigencias de esa Fe en coherencia con lo que ha recibido y con lo que ha experimentado.
Por eso nosotros escogemos esta idea “la obediencia de fe”, y es importante reflexionarla, especialmente hoy, cuando nos encontramos en medio de una sociedad cada vez menos creyente, con falsas “fes”, una sociedad a la que le cuesta trabajo Profesar su Fe, no solo desde la Liturgia de la Iglesia sino, sobre todo, desde la vida cotidiana. Le cuesta trabajo obedecer y obedecer las exigencias de su Fe.
Si alguien se quiere preguntar hoy, ¿por qué a veces no le son claras las realidades temporales, por qué a veces en medio de este mundo no encontramos respuestas inmediatas, o por qué nos cuesta trabajo transformar, incluso, nuestra realidad más cercana? Y, ¿por qué a veces no tenemos capacidad para discernir nuestra propia vida, hacia dónde va, lo que hemos hecho de ella etc.? Encontrará una respuesta aquí, en la Palabra de Dios.
Oración:
Señor Jesús, que mi fe pequeña como el grano de mostaza, me lleve a arrancar de raíz los sistemas injustos que nos oprimen. Que yo me atreva a romper con el cohecho o la simulación cuando no es a mí directamente cuando me lastiman.
Haz posible que junto con los míos ayudemos a pasar a los esclavos, a la mesa, a vivir como hijos. Que nuestra fe nos lleve a la confidencia contigo y con tu Padre. Que seamos capaces de ir más allá del cumplimiento de una fe ritual. Enséñanos a vivir la autoridad sobre nuestras realidades desde una fe profunda, capaz de transformar las estructuras y los vicios que oprimen a nuestra sociedad. Enséñanos a obedecerte en la fe. Amén.