Miércoles 14 Abril
Juan 3, 16-21
~ Porque tanto amó Dios al mundo
que le dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él
no perezca, sino que tenga vida eterna ~
Los que no pereceremos, somos los que creemos en Jesús, en su condición humana y divina. Los que le damos nuestra adhesión y preferimos que nuestras obras sean claras y transparentes.
El evangelio de hoy es una hermosa provocación a vivir, al modo en que Dios lo hace, ya no desde el juicio de la ley, sino desde las actitudes del amor. Vivir para ser don, para que el mundo no se pierda, para crecer en la inteligencia de la fe y para ser luz.
La plenitud de la vida, la vida que supera la muerte, no se obtiene más por la observancia de la ley, sino por la capacidad de amar; esto es lo que nos completa en el ser y en nuestro ser en Dios. Y es que no hay doctrinas que separan de Dios, sino conductas. Más en este tiempo, en que la tolerancia y el respeto de los credos del mundo, nos lleva a mostrar eso mismo que creemos, traducido en obras luminosas que resplandecen como fruto maduro.
En lo más profundo de este evangelio, leemos que no perezca ninguno de los que creemos en Cristo; y que Dios no quiere juzgar al mundo sino amarlo.
Preparémonos a no perecer, obremos de acuerdo a la verdad, vayamos a la luz, actuemos el amor, para que se ponga de manifiesto que nuestras obras están hechas según Dios.
¿Cuáles son las últimas obras que hice según Dios?
Oración:
Señor Jesús, gracias por amarnos tanto, porque tu juicio no es de condena sino de luz y amor. Ayúdame a entender esta realidad que llevo en mi ser. Que yo no sea perverso, que no prefiera las tinieblas a la luz; y que nunca deje de sorprenderme del amor con que nos amas.
Haz posible que en mi familia, avancemos como hijos de la luz; y que nuestras obras puedan ser vistas por los demás. Permite que en mi hogar experimentemos esta certeza de estar viviendo una vida que no se acaba. Amén.