Lunes 4 Enero
Juan 1, 35-42
~ ¡Hemos encontrado al Mesías! ~
La vida de Espíritu en que vive Jesús, no puede ser conocida sino por la experiencia; por eso quiso que quienes lo buscaban, lo siguieran. Eran las cuatro de la tarde (hora décima), está cerca el final del día y es necesario recogerse en la experiencia de Jesús.
Cuando Andrés encuentra a su hermano Simón, le anuncia que han encontrado al “Mesías”, al “Cristo”, es decir, al “Ungido”.
Ser cristiano significa ser “crismado”, “ungido”. La humanidad de Jesús se ha insertado en la unidad del Hijo de Dios y en la comunión con el Espíritu Santo. Es una humanidad penetrada por el Espíritu Santo. Esto es lo que experimentan los dos discípulos que se quedaron con Él: su unción. No al modo simbólico del Antiguo Testamento cuando se ungía a los reyes y sacerdotes, sino de un modo real. Su humanidad es penetrada por la fuerza del Espíritu Santo.
Hoy quisiéramos ser cualquiera de esos dos discípulos que se quedaron aquella tarde con él, porque mientras más nos unamos a Cristo, más somos colmados por su Espíritu.
Si nos llamamos “cristianos”, es porque fuimos “ungidos”, significa que pertenecemos a Cristo y que participamos de su unción.
¿Qué tan ungido te descubres? ¿Con qué unción vives?
Oración:
Señor Jesús, no quiero solo llamarme cristiano, sino serlo de verdad. Quiero ser consciente de mi unción y experimentar la fuerza de tu Espíritu.
Permite que mi familia y yo, te sigamos esta tarde y siempre; y que nos quedemos contigo, para gozar de tu persona y de tu vida. Inspíranos para que sepamos vivir como ungidos. Amén.