Sábado 26 Octubre
Lucas 13, 1-9
~ Y si ustedes no se convierten,
perecerán del mismo modo ~
Las noticias que traen a Jesús ––la sangre de los galileos que Pilato había mezclado con la de sus sacrificios–– sirven a Jesús para insistir en la justicia de la sociedad actual y en la urgencia de la enmienda.
Podemos leer aquí que la injusticia que existe en nuestra sociedad es obra de todos y, por tanto, toca a cada uno corregirnos en el terreno personal, si no queremos llevar a la ruina nuestra comunidad de vida y nuestra sociedad actual.
La higuera estéril que impide al pueblo dar fruto representa a la institución religioso-política judía, que conviene cortar. Sin embargo, hay un tiempo de gracia, un año en el cual todavía se le puede ayudar, si acepta la misericordia divina como última oportunidad para que dé su fruto.
Nosotros vivimos tiempos semejantes a este del tiempo de Jesús. También ahora parece que el aparato de nuestras instituciones nos paraliza y nos impide dar frutos; de igual forma, nos escandalizamos con la sangre de inocentes y culpables que se mezcla en los nuevos sacrificios humanos. Solo que esta sangre derramada de manera copiosa en nuestro país no lleva el sentido del ofrecimiento a Dios, ni siquiera el de pagar una culpa, y mucho menos el de la justicia social.
También ahora constatamos que estamos llegando al límite en que las instituciones tienen que dejarnos dar fruto o serán cortadas de raíz. Pero mientras vivimos este tiempo de cambio y de sangre, estamos llamados a la enmienda; a corregirnos en el terreno de lo personal, para multiplicar el sentido de la enmienda en nuestro entorno y convencer, con el testimonio, a quienes han perdido la esperanza de conformar una nueva sociedad, cimentada sobre valores que no caducan, y sobre una visión más trascendente y espiritual del ser humano.
Decidamos, pues: o la enmienda o la ruina para nuestra sociedad.
Oración:
Señor Jesús, me siento afectado por la sangre de inocentes que se derrama en nuestro país. ¡Cuánta muerte y necedad, cuánta corrupción! Ayúdame a construir nuestra sociedad desde la justicia de amor, desde la justicia de distribución, pero sobre todo, desde la conciencia y desde la enmienda. ¿Quién se siente libre de culpa? Si todos hemos contribuido, directa o indirectamente, a corromper nuestro tejido social. Ayúdame a regresar la formación moral y religiosa a las escuelas, a inspirar y fundar comunidades de vida y de amor en medio de nuestras viviendas de vecinos; que juntos construyamos una nueva cultura del encuentro, del respeto, de la tolerancia y la inclusión.
Permite que en casa, con los míos, iniciemos un tiempo constante de enmienda y de trabajo para hacer de nuestro entorno, sino un pedacito de cielo, cuando menos un lugar privilegiado del encuentro con los demás, en el que se viva la experiencia del perdón, de la fraternidad, la justicia y la paz. Amén.