Viernes 27 Septiembre

Lucas 9, 18-22

~ ¿Quién dicen que soy yo? ~

 

Jesús sondea a la gente y a sus discípulos sobre la opinión que tienen de él; es el momento en que decide subir a Jerusalén. Descubrimos el presente episodio como el comienzo de su viaje: primero quiere saber cómo lo están interpretando, luego viene la profesión de fe de Pedro, y al final, Jesús les revela por primera vez su pasión, muerte y resurrección.

¿En dónde se encuentran cuando los interroga? Lucas no precisa el lugar geográfico; sin embargo, Marcos y Mateo, en su paralelo, lo sitúan en Cesarea de Filipo, podemos calcular a unos 40 kilómetros del mar de Galilea, cerca del Jordán y del monte Hermón.

Jesús hace esta pregunta fundamental después de orar a solas. No es una inquietud gratuita: necesita tener la opinión de la gente y del grupo. La confesión de Pedro le confirma que no lo han entendido del todo. Esperan que Jesús sea el Mesías nacionalista y violento. En consecuencia, les prohíbe divulgar una identidad errónea. Con su primer anuncio de la pasión define un concepto de Mesías más universal: el del hombre en el que, además, se incluyen quienes recibirán el Espíritu y lo seguirán. Les muestra que su destino no será el triunfo terreno, sino la donación de su vida, y que la muerte no tiene la última palabra, que su destino final es la resurrección.

Aunque parezca algo ordinario en la reflexión de la Palabra de Dios, vale recibir la pregunta de Jesús: “¿Quién soy yo para ti?”. Si intentamos responder, vendrán infinidad de sentimientos y claridades a nuestro corazón; pues lo más probable es que para nosotros Jesús no sea como para algunos hoy día: el gran fundador de una religión, a quien se le concedió una profunda experiencia de Dios; sino Dios mismo. Hay una enorme diferencia en la relación de quienes amamos a Jesús a partir de un conocimiento íntimo y de amistad, de quienes no lo conocen en persona; aquellos que solo han escuchado de él como historia o cultura.

En el mejor momento de nuestra vida, ¿quién es Jesús para nosotros? Él no nos pregunta por los conocimientos que tenemos sobre él, sino por nuestra adhesión personal a su persona y a su proyecto de salvación. ¿Qué respondemos?

 

Oración:

Señor Jesús, después de escuchar a Pedro en su profesión de fe; y de preguntarme sobre mi relación contigo, considero que sí soy tu amigo. Para mí no eres un gran personaje del pasado, sino Dios mismo que vives en cada Palabra con la que actualizas nuestra vida; y en cada Eucaristía, en la que entramos en comunión contigo y con nuestro Padre y el Espíritu. Ayúdame a liberarme de falsas interpretaciones de tu persona, que nuestra amistad crezca hasta trascender la vida.

Permite que junto con los míos vivamos la experiencia de Dios en ti cada día, y que esto sea motivo de alegría y esperanza. Que a tu pregunta: “¿Quién soy yo para ti?”, respondamos: “Tú eres mi amigo, tú eres Dios, en ti me salvaré”. Amén.

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