Domingo 3 Enero

Juan 1, 29-34

 

~ Yo en persona lo he visto y doy testimonio de que

Jesús es el Hijo de Dios ~

 

Juan entiende que Jesús es el portador del Espíritu de Dios. No habría querido bautizarlo, porque su bautismo es de penitencia, y está seguro que Jesús no necesita este bautismo. Sin embargo, la presencia del Espíritu de Dios, le saca del desconcierto. Jesús ha querido cumplir ambos bautismos: el de penitencia y el de unción. Es decir, este bautismo que marca el inicio de su misión.

El cordero de Dios que quita el pecado del mundo, nos recuerda al cordero pascual, cuya sangre liberó al pueblo de Israel de la esclavitud y cuya carne fue su alimento. Jesús es este nuevo cordero. Nos da vida y plenitud de Amor en Dios, comunicándonos su Espíritu.

Es probable que, a veces, olvidemos que Cristo se solidariza con nosotros desde el principio, desde su Encarnación, y ahora en el bautismo. Se ha hecho carne en el portal de Belén y en la cruz, para levantarnos y concedernos la categoría de personas, frente a Dios; es decir, la dignidad de hijos de Dios.

Quienes somos conscientes del propio bautismo, podemos recuperar esta vida de Espíritu, y vencer las ideologías que, como tiniebla, frustran el plan de Dios y nuestro deseo de gloria, plenitud, libertad y amor en Él.

La Vida de Espíritu, se nota cuando damos testimonio de nuestra experiencia de Jesús.

El testimonio de Juan Bautista (34), tiene paralelo en el del discípulo al pie de la cruz (19,35). ¿Algún día tendrá paralelo con nuestro testimonio?

¡Vivamos hoy la Vida de Espíritu, seamos a plenitud hijos de Dios!

 

Oración:

Señor Jesús, qué bien se siente la vida que nos diste.

Permite que mi familia crezca con la Vida de Espíritu, que podamos vencer las tinieblas que en ocasiones nos confunden. Amén.

 

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