Lunes 25 Mayo
Juan 16, 29-33
~ En el mundo tendrán tribulación.
Pero ¡ánimo! Yo he vencido al mundo” ~
¿Por qué, si los discípulos parecen entender todo y dicen a Jesús que ahora le creen que ha salido de Dios, Jesús lo duda? Porque interpretan mal las palabras de Jesús; se admiran de su saber, y por eso creen que viene de Dios. Pero su fe no se apoya en el argumento de fondo que Jesús les ha querido dar: sus obras.
Esta es una gran tentación que llega hasta nuestros días: creerle a Jesús solo si se acerca a nuestras categorías temporales. Creer en Jesús si responde más o menos de manera sabia o científica. En el fondo, la verdadera fe tiene como objeto a Jesús en la cruz (19,35). Aquí se trasluce la manifestación suprema del amor de Dios y su fuerza salvadora. Mientras no asimilemos este misterio, nos sucederá lo mismo que a los discípulos: nos dispersaremos llenos de miedo, y abandonaremos a Jesús y su proyecto.
Se trata de aprender de Jesús a vencer el mundo. No como la humanidad ha hecho en los últimos siglos, dando crédito a profetas, ideólogos y dictadores que con su temporal proyecto han dicho: “¡No es Jesús a quien han de seguir!”, “él no cambió al mundo”; y, montados sobre esa pretensión, han esclavizado al ser humano por medio de sus imperios, dictaduras y totalitarismos que, se supone, habrían cambiado y mejorado al mundo. Pero no fue así. A nosotros nos queda claro que no ha habido en estos dos mil años nadie que siga cambiando el corazón del hombre y su visión del mundo como lo hace Jesús.
Entonces, debemos creer de nuevo a Jesús. No solo por su sabiduría, sino por sus obras de amor, las mismas que nosotros repetimos a nombre suyo. Esto sí revoluciona el mundo. ¿O no?
Nada mejor hoy que recordar que Jesús nos dijo estas cosas, para que cuando sucedieran tuviésemos paz.
¡Venzamos al mundo!
Oración:
Señor Jesús, gracias por el don de tu amor. Gracias por mantener nítida mi experiencia de fe. Ayúdame a no perder el punto de llegada en mi relación contigo. Haz que nunca permita las ideologías del mundo que empañan tu verdad. Quiero mantenerme claro y fiel en el ejercicio de mi amor y fidelidad a ti.
Permite que junto con los míos, en casa, vivamos la plenitud de conocerte por tus obras; que asumamos la cruz como camino luminoso de salvación, y vivamos de manera cotidiana esa paz que nos prometes, la que viene de haber vencido al mundo. Amén.